

Alguna vez leí a un filósofo argentino decir, con tanta acidez y sabiduría, que éramos la única generación que les tuvo miedo a sus papás y ahora, miedo a sus hijos. Algo de verdad hay en esas palabras.
Este escrito tiene unos pálpitos y aprendizajes que me han permitido navegar por este mundo. Deseo compartirlos con ustedes, Gabriela y Federico, por si en algún momento mis pasos les son útiles.
Mi único y verdadero deseo es que sean felices: que tengan alegría, la justa y un poquito más. Parecerse, demostrar o superar a alguien es innecesario, agotador y está lejos de lo que espero para ustedes. Vivan con consciencia, sin piloto automático: tomen las riendas de su vida, con responsabilidad y trabajen por su realización personal.
Manténganse fieles a sus convicciones. Cultiven su voz interior y háganse escuchar. Sigan su intuición: “algo” superior les está hablando. Estamos llenos de sabiduría. Confíen.
Siempre seré un hogar y espero un lugar seguro. Pueden volver las veces que quieran. Nadie los va a juzgar y solo encontrarán amor para acompañarlos en la vida que elijan.
Tendré un abrazo para ofrecerles. Todo pasa y crecemos, nos volvemos fuertes. Espero, eso sí, que las dificultades los lleven a ser más humanos y compasivos.
Inviertan en ustedes. En su crecimiento, en conocerse. Espero puedan esculcarse mucho por dentro y se confronten. Cuestiónense, cuestiónennos, cuestiónenme. Recurran a su esencia y defiéndanla con valentía.
Les voy a pedir algo: sean buenas personas. Sin importar las circunstancias, que el humanismo les gane siempre.
Ustedes son mis hijos y los amo. Los acepto como son. Los quiero incondicionalmente. Espero que sean libres para tomar sus decisiones y que recuerden la responsabilidad que implica la libertad.
Pidan perdón y ayuda a tiempo. Sentirse a veces mal está bien. Abracen su vulnerabilidad. Agradar a todos es absurdo e imposible, no hay que quedar bien con la tribuna. Más importante es estar bien con ustedes. Escojan amigos con quienes puedan ser auténticos. Sin máscaras. Sólo esos valen la pena.
Disfruten, rían a carcajadas, sean agradecidos. Denle al mundo lo mejor de ustedes.
Trabajen en su dimensión espiritual. Somos más que huesos y piel. Sólo quien se sabe parte de algo más grande es capaz de mantenerse humilde y ver sus problemas en perspectiva. Sólo quien es fuerte espiritualmente sobrevive a este mundo.
Si tuviera que escoger un regalo para dejarles, sin duda, les diría que es el amor por la naturaleza, que significa conexión con la vida, lo sagrado y básico. Las trivialidades los atraerán, pero son pasajeras.
Queridos hijos, por fortuna la vida se edifica a diario. Cada uno de ustedes deberá hacerse cargo de su camino. Espero que, en unos años, puedan escribirles a sus hijos - si es que deciden tenerlos - un mensaje diferente a este, con sus propios pasos. Sólo en ese momento sabrán que han vivido.
Recuerden: por más poderoso que sea un hombre, no es más que un hombre.
Los amo.
P.D. Felicidades a todas las mamás, por sus luchas diarias, el amor y cuidado.
*Presidenta Ejecutiva Proantioquia .
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